Historia

El juego de pelota, con plena seguridad, gozó de una temprana aceptación y difusión entre los valencianos, debido a que ya a finales del siglo XIII se encuentran documentos que hacen referencia a ella. En la segunda mitad del siglo XIV, San vicente, en sus Sermones, habla del juego de pelota, agrupándolo con otros juegos que considera honrosos y sanos.
 
Sin embargo, esta opinión vicentina no fue compartida por los gobernantes, que estaban molestos a finales del mismo siglo XIV, por el aspecto que iba tomando el juego, sobre todo en la calle. Los abusos cometidos en calles y plazas, que imposibilitaban en algunas ocasiones el tránsito por todos los sitios y, sobre todo, el uso de palabras malsonantes, provocó que las autoridades dictaran normas prohibiendo el juego en la calle.

 Sin embargo, la prohibición no fue acogida por los aficionados y las protestas no se hicieron esperar. Enseguida, els homes de paratge, hombres de cierta nobleza y con ciertas excepciones tributarias, dieron a conocer su postura y reunidos con otros amantes del juego empezaron diversas formas de protesta pero el Consejo de la Ciudad se mantuvieron firmes en las disposiciones dictadas.

Pero estas prohibiciones no cortaron en ningún momento la práctica del juego, que continuaba siendo mayoritaria. Esto queda confirmado por el hecho de que las prohibiciones siguieron dictándose con cierta periodicidad aun a finales del siglo XVIII.
 
 

La pilota valenciana en el siglo XX

A partir de los años 40 se empieza a notar un gran cambio en la práctica del juego. Tres son los elementos  que influyen en la decaída que se produjo, fundamentalmente en la calle: los automóviles, los cambios en la fisionomía de las calles y la televisión. Los dos primeros imposibilitaran de manera directa la práctica del juego, mientras que la tercera propiciará su abandono de forma directa.
La masificación del tránsito rodado que se produce en los años 60 crea excesivos problemas para la práctica del juego, totalmente desasistido por las autoridades. Como en tantas otras cosas, se olvidan todos los aspectos culturales propios del pueblo y se inicia un seguido de prohibiciones del juego para favorecer el tráfico.
Por otra parte, la nueva fisionomía que van tomando las calles, con nuevas construcciones que rompen con la apariencia tradicional de los pueblos, también constituyó otro elemento que perjudicaba el juego. Los nuevos edificios, con abundancia de cristales, ornamentos y luces no favorecían el juego, y las partida de pelota molestaban a los propietarios que lo veían un peligro.
A causa de estos dos hechos, empezó una campaña de prohibiciones, reflejada aun hoy en día en las paredes de las calles donde se practicaba el juego (Prohibido jugar a la pelota... o Se prohíbe jugar a la pelota bajo multa de...).
Ante estas dificultades el juego en estos años se refugia en los trinquets donde sobrevivió hasta finales de los 70 y principios de los 80 momento en el que se produjo una revitalización tanto en la calle como al trinquet.


En  la actualidad
Debido a todo lo que hemos comentado, con el paso del tiempo el juego se ha ido trasladando a los trinquets y las calles artificiales donde todo resulta más cómodo y sencillo, pues no hay que preocuparse por los elementos del entorno.

Las calles artificiales son construcciones que imitan a la perfección las calles de verdad, incluyendo los elementos que las caracterizan: balcones, puertas, ventanas, bordillos, etc. De esta manera el juego mantiene su esencia y se evitan posibles molestias a los vecinos.

 
 
Pero en muchas localidades todavía se disputan partidas en calle natural. En la pestaña “Dónde ver una partida” podréis la localización de estos pueblos y las modalidades que allí se juegan.
 
 


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